Con la boca abierta, petrificado, así fue como nos quedamos cuando vimos por primera vez la famosa Costa Amalfitana. La sensación de no saber para donde inclinar la mirada porque todo resulta increíblemente hermoso. Las casas de colores colgando desde los acantilados, el agua cristalina acariciado las rocas, las buganvilias llenas de flores fuccias adornando los balcones y la calidez de la bella Italia en todo su esplendor.
Nos gustó tanto que tuvimos que volver, porque cuando la conocimos en 2016 creíamos que la habíamos soñado. Y así fue como en julio de 2018, con en el verano en su pico más ferviente, confirmamos que la fabulosa Costa Amalfitana nunca pierde el encanto y siempre está disponible para quienes, como nosotros, desean disfrutarla de punta a punta.
¿Cómo llegar?
Para llegar, fuimos hasta Nápoles y desde el puerto tomamos el ferry Beverello que en 45 minutos cruza el golfo hasta Sorrento. El precio del ticket es de 15 euros por persona y el viaje es un paseo navegando las bonitas aguas azules. A los pocos minutos, comienza a vislumbrarse el paisaje de la costa y la experiencia se convierte en un espectáculo a fotografiar.
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¿Desde dónde obtener las mejores vistas?
Como el pueblo se eleva a unos 50 metros del mar, es necesario subir varias escaleras o tomar el ascensor para llegar al centro. Desde allí se aprecian las vistas más bonitas de la famosa Costa Amalfitana. El costo del ascensor es de 1€ por persona y te deja en la plaza del mirador.
Desde la altura se aprecia una panorámica del agua azul y las terrazas colgantes repletas de limones. Sorrento tiene magia. La plaza está llena de cafecitos con vista al mar que son un recreo para el alma. El centro de la ciudad, repleto de comercios de sourvenirs, restaurantes y heladerías, tiene una arquitectura muy pintoresca. Con el fiel estilo italiano, predominan las callecitas empedradas y algunas antiguas construcciones romanas.
¿Dónde hospedarse?
Conseguir hospedaje barato puede no ser una tarea sencilla, más en temporada de verano. La primera vez que fuimos, llegamos sin reserva y fue bastante difícil encontrar un hotel. Recuerdo que caminamos mucho por el pueblo hasta dar con una heladería en donde, luego de saborear un delicioso gelatto, la dueña nos pasó el dato de una posada. En nuestra segunda experiencia decidimos llegar con la reserva hecha en una casita con balcón para ver el mar. Aquí vas a poder encontrar muchas opciones de hospedaje en Sorrento.
Ambas ubicaciones estaban un tanto alejadas del centro, pero en realidad nada es lejos en un pueblo que tiene pocas cuadras. La dificultad no está en la distancias, sino en la altura. A veces para llegar a ciertos hospedajes más económicos hay que subir exigentes pendientes.
Lo estratégico de hacer base en Sorrento radica en que es una ciudad clave para ir a la Isla de Capri, Isquia o Pompeya, a las que se accede en barco.
¿Qué ver y cómo moverse?
Nosotros quisimos recorrer la costa por tierra, pero al no tener movilidad propia averiguamos por los bueses. A pocos metros de la estación de trenes, parten estos vehículos urbanos que hacen todo el recorrido varias veces al día y son ideales para ir parando en los pueblos vecinos. El costo del boleto varía de acuerdo al destino, pero también hay pases ilimitados por 24 hs que cuestan 8€.
La siguiente parada era Positano, aunque un error de cálculo nos hizo bajar antes, en Praiano. En ese pequeño pueblito descubrimos una hermosa cala con agua turquesa en donde los niños se arrojaban desde las rocas al mar. Destino casual que terminó encantándonos.
Ahora sí en Positano, disfrutamos de un agradable paseo por sus barrios de casitas blancas llenas de coloridas flores. En el centro está la iglesia de Santa Maria Assunta con cúpulas muy fotogenicas. Creemos que en Positano están las mejores vistas, esas que uno ve cuando googlea Costa Amalfitana. Al descender por sus callejones, compramos un lemoncello en una tiendita de productos artesanales para brindar en la playa mientras agradecía.
Volvimos a Sorrento con el objetivo de comenzar temprano al otro día para aprovechar el pase de bues 24 hs, y fuimos a disfrutar de la noche en la Marina Grande, un lugar que nos encanta. A orillas del mar, se comen los mejores manjares de Sorrento a un precio accesible. Nuestro tratoría favorita se llama Doña Emilia, un comedor familiar en el que hay que esperar un poco pero vale la pena.
Por la mañana volvimos a la estación de buses y nos fuimos a Amalfi. El viaje es bastante más largo, con curvas y contra curvas sobre los acantilados. La travesía puede ser tediosa, pero las vistas son un regalo maravilloso de la naturaleza. Al llegar, fuimos a las playas para mitigar el calor del viaje.
Al caer la tarde, paseamos por el centro, visitamos la imponente catedral Sant’Andrea Apostolo, de estilo árabe siciliano y reconstrucción barroca, con su enorme escalera es digna de cientos de fotos. Al anochecer, fuimos por un antipasti con un sprtiz y volvimos en bus a Sorrento para culminar una hermosa experiencia italiana en la siempre encantadora Costa Amalfitana.
Si estás pensando en hacer un viaje por Italia, en este artículo te contamos cómo organizarlo.
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