Cuentos millennials

Literatura viajera: “Año Bisiesto:

La señora era tan vieja que el tiempo se inventó con ella, o ella inventó el tiempo, nadie nunca estuvo de acuerdo en este punto. Tenía una trenza tan larga que de lejos no se veía, pero de cerca ocupaba el espacio de una mascota gigante y esponjosa. Vivía en una cueva en el medio de los Andes, en el punto justo donde la selva y las alturas se encuentran antes de separarse y ser otra cosa. El hogar marchaba siempre al mismo ritmo, como si la galaxia entera conviviera en ese espacio, bailando la misma melodía, hora tras hora. Las paredes de la cueva sostenían una sinfonía de relojes a cuerda, y en el piso, justo debajo del hueco por dónde entraba la luz, un reloj solar dividía los ambientes. La vieja de la montaña no dormía, tampoco comía, marchaba, en cambio, al compás del segundero alrededor de las cueva los 60 minutos de las 24 horas del día.

Una mañana, mientras pensaba en el próximo paso que se avecinaba, una mariposa extraordinaria ingresó a la cueva. Qué colores tan maravillosos, qué volar tan sereno, qué cadencia tan hermosa, pensó la vieja, ojalá su vuelo sea eterno. Estaba hipnotizada, y por seguir los colores brillantes de tan magnífica creación, apuro el paso, sin detenerse para ajustar el retraso.

Un día entero persiguió la vieja a la mariposa selva adentro, y cuando por fin la alcanzó, la mariposa murió. La vieja retomó el ritmo, y se juró a si misma no volver a perderlo jamás. Arregló el desbarajuste con un día más, y ​cuatro años después, la mariposa volvió a aparecer.

 

 

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