Tafi significa “entrada hermosa” en quechua. Claramente, los nativos de esta tierra sabían nombrar a sus lugares. Cuando uno ingresa a Tafi del Valle en verano la belleza deslumbra. Un alfombrado verde cubre la superficie de las montañas, que rodean al pueblo y hacen un juego visual espléndido con el celeste del cielo. Al rato, las nubes comienzan a aparecer y, en cuestión de pocos minutos, el cielo se cubre totalmente. El clima se repite a diario con insistente rutina, siendo protagonista de la vida de los lugareños, que saben aprovechar con sabia paciencia cada rayo de sol.

Visitar Tafi del Valle en verano es saber que las lluvias son frecuentes, sin embargo la temperatura es cálida y hay muchas atracciones para disfrutar. Una caminata bordeando el río Tafí, por ejemplo, puede ser una agradable opción, siempre y cuando se tenga el recaudo de llevar agua para mantenerse hidratado y se cuente con vestimenta apropiada para el senderismo.
El río corre con intensidad entre las rocas hacia el sur, desembocando en el lago artificial La Angostura. En el camino uno puede encontrarse con toros y vacas, caballos, perros y demás animales lugareños. La premisa del buen visitante es no molestarlos. Un picnic con quesos y salames caseros, la especialidad del pueblo, puede ser un excelente complemento para saborear el paisaje.

Y si de gastronomía se trata, por supuesto las empanadas de carne, los tamales, las humitas y el locro, acompañado de un buen vino tinto, no pueden faltar para coronar una estadía completa.
Tafi del Valle en verano es un destino imperdible para quienes visiten el norte argentino. Una verdadera perlita en el corazón de la provincia de Tucumán, a la que siempre hay que intentar volver.