Cómo planificar un viaje

¿Cómo nos organizamos para dar la vuelta al mundo?

Vamos al grano, somos una pareja argentina que vivió toda su vida en Buenos Aires hasta que finalmente nos aventuramos a dar la vuelta al mundo. Sí, viniendo de ese recóndito país al sur de América, sin ser dueños de propiedades, ni coches, ni hijos de padres millonarios. Lo hicimos con mucho sacrificio y un método de planificación, basado en algunos puntos que te contamos a continuación.

3 pasos iniciales en la organización de un viaje largo

El primer paso es la decisión. La convicción de que no importa qué pueda surgir en el presente, el hoy esta destinado al viaje de mañana. Ese chocolate importado que te mira desde la góndola mientras haces la cola en la caja, puede esperar hasta que llegues al país de origen y lo pagues al precio local. Esa faldita tan fashion que la rompería el sábado, puede reemplazarse por el jean que usaste el lunes, pero con otra camiseta.

Esto es creer o reventar, ahorrar y viajar o despilfarrar y lamentar.

El segundo paso, es la proyección: Qué estoy haciendo ahora y cómo me acerca a lo que quiero hacer después. La mirada puesta en el objetivo, bien enfocados aunque parezca lejano. Por más que parezca utópico cuando lo pensamos, llevarlo a lo concreto nos permite sacar cuentas. Por ejemplo, cuál es mi poder de ahorro actual y cuánto tiempo necesito amarrocar para estar un año, por lo menos, sin percibir ingresos.

El tercer paso es la ejecución: Como un caballo de ciudad, sin mirar atrás y sin distraerse de costado, el camino es adelante. Si más o menos hicimos bien los pasos anteriors, el plan ya esta trazado. Habrá que juntar coraje para avanzar, sin miedo, a por toda la gloria.

Ahora bien, ¿Cómo sigue la cosa?

El sueño de recorrer el mundo fue muchas horas de charla antes de convertirse en nuestro objetivo de vida. No se dio de un día para el otro, hubo que plantearlo. A veces, uno estaba más entusiasmado que el otro. De a ratos, los dos muy excitados pero faltaba una eternidad para alcanzarlo. ¿Y cuando ambos no lo veíamos con claridad? Ahí aparecieron los mapas y los papelitos con proyecciones por toda la casa. El inicio de nuestra aventura fue entre cuatro paredes, con un mapa en la cabecera de la cama y un post-it con el plan de ahorro.

Todo era ilusión, hasta que pusimos una fecha de salida: un año y medio desde el día 0 de ahorro. Eso nos motivó y nos metió mucha presión. Todo es fantástico hasta que llega el momento de concretaro. Hicimos un cálculo:

Nuestros sueldos VS. La Capacidad de Ahorro

Argentina es un país inflacionario, por lo que, si no hay aumento de sueldo que lo compense, el poder adquisitivo disminuye todos los meses. Por el mismo motivo, ahorrar en pesos argentinos nunca jamás es un buen plan. Entonces es necesario adquirir dólares, algo que tampoco es tan sencillo.

Es decir: Proyectamos con el peor escenario posible.

El primer resultado fue desalentador: teníamos que cambiar de trabajo y reducir nuestros gastos considerablemente. No íbamos a tener vacaciones hasta el gran viaje y se acababa la ropa nueva.

Armamos una planilla de Excel mes por mes, con detalle de los gastos y de la plata que podíamos guardar y establecimos una regla fundamental e inquebrantable: El día que se cobraba, más de la mitad del salario se cambiaba a dólares y no se tocaba nunca más. Con el resto, se vivía como se podía hasta que el ciclo volvía a repetirse.

Los almuerzos fuera de la oficina, se transformaron en tuppers en la cocina y las salidas tenían menos birra. El delivery no estaba en el radar, eran nuestras propias manos las que cocinaban y nuestros propios cuerpos los que hacían los mandados.

Hicimos una lista de elementos que necesitábamos comprar para el viaje y las cuotas se convirtieron en nuestras aliadas. Con mucha antelación, fuimos adquiriendo lo imprescindible, logrando así que el gasto no afecte el curso de nuestra economía.

Mochilas, algunos equipos técnicos y zapatillas llegaron a casa y se mantuvieron cerca de un año embaladas hasta que el viaje les dio inicio.

Comenzamos a visualizar rutas, costos de vida en diferentes países, fechas festivas y temporadas altas y bajas de cada destino. Hicimos una investigación minuciosa, nos envíabamos e-mails con datos que podrían servirnos en un futuro.

A medida que el tiempo avanzaba, igual lo hacía nuestra reserva. El plan se encaminaba. Entonces, la ansiedad… ¡Maldita perra!

Hubo que duplicar la atención: Hicimos otro excel, ahora con un total anual en dólares para el viaje, dividido por cada mes y con una cuenta exacta del día por día. Definimos así, máximos y mínimos destinados al gasto en dormir, viajar y comer.

Dejamos un margen para imprevistos y automatizamos toda la planilla con las monedas de los países que estimábamos recorrer, para que la cuenta final siempre sea en dólares y la proyección se mantenga.

Investigamos y leímos miles y miles de blogs para saber cómo viajar barato, qué centros turísticos evitar y cuáles visitar, cómo es el clima según temporada en cada destino y todo lo que puedas imaginar.

Estudiamos sobre visas y permisos, trámites y vacunas.

Diagramamos una ruta accesible según nuestras preferencias y posibilidades.

Memorizamos el mapa en voz alta, le contamos a mucha gente del proyecto y los tratamos de convencer que era posible, mientras nos auto-convencíamos al mismo tiempo.

Lloramos, reímos, nos abrazamos, nos peleamos y siempre soñamos, por eso acá estamos.

En resumen, si la pregunta es ¿Cómo nos organizamos? Podemos afirmar que:

  1. DECIDIMOS
  2. PROYECTAMOS
  3. EJECUTAMOS

Todo lo demás se aprende andando…

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